DÍA 53: LOS CHICOS DEL MAÍZ

10-09-2012


Tonawanda - BUFFALO - Scranton (410 km)




















No fue nada fácil arrancar mi cuerpo de la cama "King Size" del motel, de modo que holgazaneé todo lo que quise y más con la excusa de que la ropa tenía que acabar de secarse. ¡Un día es un día!

Finalmente, y con las pilas cargadas a tope, sigo la marcha y al poco estoy en la ciudad de BUFFALO.




En el centro ciudad al fondo se adivina un rascacielos interesante.


Es el masivo City Hall, el Ayuntamiento de Buffalo.


El edificio es Art Decó, pero para esta zona fría y fronteriza con el Canadá me sorprende el curioso colorido, muy parecido al que veíamos en el caliente Nuevo México (mezcla indio-mexicana), o incluso el de los hoteles del Ocean Drive de Miami Beach.


En la plaza de enfrente (Niágara Square) destaca el obelisco del Monumento al 25º Presidente Americano William Mckinley, asesinado precisamente aquí en Buffalo en 1901.


En una callejuela encuentro este bonito mural. No me preguntes porqué, pero lo que lleva la chica en la cabeza es precisamente...


... esto: 



Son las dos pequeñas réplicas de la Estatua de la Libertad neoyorquina que hay en el Liberty Building.


En detalle. 


Destaca también el edificio Art Decó del 17 Court Street, el antiguo Buffalo Industrial Bank.


Vemos el detalle de su friso.



Monumento a los soldados y marineros de Buffalo en Lafayette Square.



La octogonal Electric Tower.



Bueno, pues a este viaje ya no le queda más que poner rumbo a Nueva York y como me quedan menos de 700 km voy a olvidarme un rato de autovías y sin prisa ninguna disfrutaré del  simple deambular por las carreteras locales de la Norteamérica profunda. 


Y para pasar el rato hoy me apetece inventarme alguna historia ya que en la vida rural el tiempo pasa muy lentamente.


Y la carretera se nos antoja tremendamente solitaria.


Las pocas aldeas que voy encontrando parecen ancladas en el siglo pasado.


Allá va un granero y algunas vacas... pero ¿donde esta la gente?. Esto empieza a ser inquietante...


De repente miro los campos de maíz y lo entiendo todo...



Corría el año 84, una época en que éramos inocentes y nuestras neuronas vírgenes todavía ni imaginaban que en el futuro con un ordenador se podrían hacer efectos especiales incluso más creíbles que la propia realidad. Cualquier serie o película que ahora nos sonrojaría entonces nos alucinaba, tanto si era el Coche Fantástico, como MacGyver, como la mismísima Guerra de las Galaxias rodada con simples maquetas de cartón-piedra. Nuri me ha confesado muchas veces que de pequeña (y hasta de adolescente) pasó más de una noche aguantando sin ir al baño porque estaba convencida que en el pasillo de su casa la iba atacar irremediablemente el Tiburón de Steven Spielberg (el de la 1ª, que cuando mordía la botella de oxígeno se veía claramente que era más falso que un euro de madera, jajaja). Y es que el miedo es siempre tan angustioso como irracional.

En definitiva, que recuerdo haber ido al cine a ver una película que a priori no tenía demasiado interés para mi: "Los chicos del maíz". Pero con un presupuesto imagino que ridículo y protagonizada por una panda de niños, aquél film conseguiría dejar a todos los espectadores agarrados a la butaca y sería finalmente uno de los éxitos del año (hasta el punto que luego con el tiempo se hicieron 4 ó 5 secuelas más). (foto web)



El secreto estaba en la novela que basa la película, ni más ni menos que del maestro del terror Stephen King. Seguro que muchos recordáis por ejemplo al pelirrojo asesino Malakay con cara de mala leche y la hoz afilada... (foto web)



Y al recalcitrante y fanático pequeño reverendo Isaac... (foto web)



... que después vuelve de entre los muertos... (foto web)



Pues para los que no la conozcan resumiré que una pareja viaja en coche por la América rural cuando en una zona con campos de maíz al parecer todos los adultos han desaparecido y sólo quedan niños, hasta que nos vamos enterando de que éstos, en una especie de secta ultra-religiosa liderada por Isaac que tiene como brazo ejecutor a Malacay, han asesinado y ofrecido en sacrificio a todos los mayores del pueblo y rinden una especie de culto satánico al mal, a quien se le conoce como "el que camina detrás de la fila" que mora en la inmensidad de los campos de maíz. Sucede que durante más de media película creemos que los verdaderos malos son los farsantes Isaac y Malacay, que tienen a los niños tan abducidos que éstos incluso se ofrecen en sacrificio gustosamente cuando cumplen 18 años. Pero al final del film la cosa se complica y el maligno aparece espectacularmente para dejarnos acojonaditos un rato... (en esa época, que ahora, repito, seguro nos reiríamos...).

Pues sí, aquí estoy yo sólo en los campos de maíz de la América profunda y no puedo dejar de pensar si ahí dentro estará "el que camina detrás de la fila"......



Ya si eso por si las moscas yo voy tirando, jajaja.

Pero las películas americanas de terror son muchas y muy variadas, y ciertamente bastantes  de ellas tienen en común las terribles cosas que les suceden a algunos viajeros que pasan ocasionalmente por pueblos y carreteras del interior americano.... Recuerdo ahora a bote pronto "la Noche de los Muertos Vivientes" (la 1ª de zombies, en blanco y negro), o "La Matanza de Texas" (donde moría todo quisqui a golpe de sierra eléctrica...), o tantas otras de serie B donde siempre acabas chillándole a la pobre futura víctima que no se baje del coche a preguntar nada y se largue echando leches antes de que la descuarticen...

Y hay otro género también clásico, el de los camiones asesinos. Podemos recordar ahora la más reciente "Nunca Juegues con Extraños". (fotos web)





Y su segunda parte: (foto web)



O la más clásica "El Diablo sobre Ruedas" también de Steven Spielberg (foto web)




La cuestión es que voy pensando en todo ello cuando miro por el espejo retrovisor. ¿Que hace el camión ese? ¿No se me está acercando demasiado? (foto del retrovisor)... jajaja.




Bueno, va, olvidémonos ya de historias de terror (aunque hayan ido bien para pasar el rato distraído) e intentemos ahora acabar el día de manera relajada... Estos grandes camiones (sin duda los reyes de las carreteras norteamericanas) son los llamados "Eighteen Wheelers" (18 ruedas), ya que como podéis ver llevan 4 ejes dobles (16 ruedas), y las dos direccionales de la tractora.


Son unos auténticos monstruos, pero fijándome un poco he llegado a ver configuraciones incluso de 22 ruedas como éste que saco de la web, pero también de 24 o 26 a fuerza de ir añadiendo ejes a la carga. 


También se suelen encontrar algunos articulados que llevan detrás enganchada otra nueva plataforma con otra caja. (foto web)


O hasta dos... (foto web)



Claro que los reyes de los "trenes de ruedas" siempre serán los australianos que atraviesan como flechas sus interminables rectas. (foto web)



Pero centrémonos ahora en los típicos Eighteen Wheelers, algunos de los cuales muy modernos y con todas las comodidades.



Era yo un adolescente cuando me dio un poco por la música americana y entre ella el Country del grupo Alabama, de modo que viendo ahora estos trastos en vivo me viene a la cabeza su famosa canción "Roll On (18 wheeler)".  (foto web).



Vista hoy día la canción es un poco moñas: los tres hijos y la esposa de un camionero están preocupados por la situación de su padre en plena nevada cuando la Policía de Carreteras no lo encuentra por ningún lado, hasta que "el que vive escaleras arriba" (Dios) escucha sus plegarias y el padre acaba llamando diciendo que está bien. Pero la verdad es que la canción fue todo un Número 1 y ha quedado como una de las "american trucker songs" (canciones de camioneros americanos) por excelencia.




Pues eso, acabamos el día con el impactante Eighteen Wheeler.




Y entre camiones, canciones, pitos y flautas, cae la noche y a la altura de Stranton aparco al lado de una gasolinera, lejos de los campos de maíz (y "del que camina detrás de la fila"...  porque "de meigas haberlas haylas"...) y me dispongo a pasar la noche por última vez descuajaringándome el esqueleto sobre los cartones del maletero del Ford Fiesta. 

Señores, esto se está acabando (por fin para todos, jajaja).




2 comentarios:

  1. Que placer es siempre leerte, Carles!

    Un saludo!

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  2. Que buenos, los camiones!!
    He flipado con el de Australia...

    Debías de tener la espalda molida de tanto maletero jajajaa

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