DÍA 39: DEL MAR AL CIELO (SEA TO SKY)

27-08-2012


SEATLE -  (CANADA) - VANCOUVER - 100 MILE HOUSE   (702 km)

















A primera hora de la mañana la temperatura exterior empieza a ser de esas que te hace dudar un par de veces (o tres) si quedarte un rato más retozando entre las sábanas o salir a luchar como un gladiador con el fresco. Otra cosa seria con unos puños calefactables o con el piloto mejor equipado, pero el viejo traje de verano que me cupo en la bolsa de viaje (a recordar que cogí cuatro aviones, tres trenes y varios autobuses con el equipaje antes de empezar este paseito y el casco y las botas dejan poco espacio libre) ya apenas me protege del frío. Claro que ese mismo traje (que en su día atravesó el desierto del Gobi) me ha permitido hace una semanas sobrevivir al verano bochornoso de Centroamérica, de manera que ahora hay que estar a las duras y toca ponerse más capas que una cebolla, y en las horas más crudas incluso usar el traje de agua aunque no llueva...




Así pues un rato más tarde los Estados Unidos de América se me acaban. Han pasado ya días desde que atravesé la frontera de Laredo y con el monótono paso de los kilómetros me entretengo en hacer un resumen mental de todo lo extraordinario vivido en éste período aquí: el emocionante Álamo texano, el Kennedycidio de Dallas, el Memorial de Oklahoma, la mítica Ruta 66, el sorprendente Cadillach Ranch de Amarillo, la belleza en adobe de Santa Fe, la capital india Gallup, el inolvidable Delicate Arch, el Monument Valley de la Nación Navajo, el precioso Viraje de la Herradura, el impresionante Grand Canyon, la locura inexplicable de Las Vegas, el Glamour de Hollywood y la frescura de Venice Beach en Los Ángeles o el Golden Gate de San  Francisco. Si es que ahora me canso solo de pensarlo, parece que haga ya un mundo y han sido solo poco más de 12 días...

Pero todo eso ya quedó atrás. Hoy toca intentar entrar en Canadá y allá que voy. 

Al llegar a la frontera americana ni siquiera hay una valla, una caseta o nada que detenga la marcha de la moto. La salida es totalmente libre (para los que entran la historia es muy distinta). En breves momentos me sorprendo ya en la frontera canadiense y me preocupa que nadie me haya sellado el pasaporte de salida ya que en unos días pretendo volver a entrar en USA por Alaska.

En la aduana canadiense no acaban de ver claro que la moto no esté a mi nombre ni qué demonios hago yo en ésta época subiendo hacia el Norte cuando todo el mundo va en dirección contraria... Al final, y tras algunas consultas, deciden que van a sellarme el Carnet de Passage y que pase padentro que tampoco tengo cara de mala persona.

Bienvenidos pues al



CANADÁ







... y en concreto a la Provincia de la Columbia Británica "el mejor lugar de la Tierra" dice el cartel.




Lo primero que destaca de la conducción por Canadá es que las distancias y las velocidades vuelven a estar en kilómetros y es que ya estaba un poquito harto de hacer cálculos mentales con las millas americanas (aunque la verdad, a groso modo y redondeando le acabas cogiendo el tranquillo...). Llámalo tontería, pero como que te hace un  poco de ilusión volver a ver carteles "como los de casa".

Poco rato después ya estoy en VANCOUVER y lo primero que resalta en la bahía es una enorme esfera plateada. 



Es el Science World Geodesic Dome, uno de los iconos de Vancouver desde la Exposición Universal de 1986.




El BC Place Stadium que albergó los Juegos Olímpicos de Invierno de Vancouver 2010.




Mientras paseo por el muelle asisto a una curiosa clase de gimnasia a la que están invitados las madres, los bebés y hasta los perros.





¡Peazo pajarillos hay por aquí oiga!



Y llego hasta el Science World, hoy día Telus World of Science desde que la fundación Telus hizo un desorbitado donativo de 9 millones de dólares al Centro Científico...



La estructura de la cúpula geodésica.



¿Pero que hace el tío éste dentro del árbol?


¡Y no está sólo! ¿Serán anacoretas del Nuevo Mundo?



Me acerco al downtown que inevitablemente es también el Chinatown. Aparecen de nuevo las farolas rojas, los dragones y hasta el Oso Panda. Los chinos fueron la mano de obra con la que se construyó la línea férrea trans-canadiense.



Aquí lo veis más claro: Main Street, la calle principal, está en Chinatown.



La notable presencia asiática tiene un motivo evidente: Vancouver es el puerto principal prácticamente de toda la Costa Occidental de América del Norte, ya que de aquí sale toda la madera de los bosques, el grano de las praderas y el carbón de las minas canadienses, y lo hace con destino a Japón, China el resto de Asia y Australia.




El Centro Cultural Chino. Después del de San Francisco, el Barrio Chino es el segundo más grande de Norteamérica. Los chinos realmente son los que hicieron grande esta parte del país ya que tras la fiebre del oro, cuando los buscadores norteamericanos y canadienses empezaron a ver que tanto esfuerzo no valía la pena y volvieron a casa, ellos se quedaron, perseveraron en el esfuerzo y diversificaron luego sus intereses. Nunca subestimes la capacidad de un chino de hacer negocio con un margen estrechísimo, ya lo dije hace dos años cuando por 12 euros me recogieron en el hostal de Beijin (Pekín), me llevaron en un microbús con guía hasta la Muralla China, me dieron muy bien de comer en un restaurante, y antes de dejarme en la plaza de Tian'anmen todavía me dieron un masaje en los pies, me llevaron a una fábrica de jade, a una de seda, a una casa de té y al Estadio Olímpico del "nido" tras un día entero con la guía y más de 160 kms. ¡Y todo eso por 12 miserables euros! Su capacidad de esfuerzo y sacrificio tiene toda mi admiración. Cuando dominen la economía mundial (y ya se van acercando), aquí las vamos a pasar más putas que Caín...



Además del Science World lo que los habitantes de Vancouver exhiben con más orgullo es el "Canadá Place" el Centro de Convenciones en el puerto con forma de barco y con unas bóbedas onduladas que tienen un aire a la Ópera de Sidney.






Tiene la forma de un Cliper zarpando del puerto.



Pongo una foto aérea de la web para que se aprecie bien la forma especial del edificio (foto web).



El Harbour Center domina el puerto.



Vista general del Downtown. Vancouver crece constantemente al atraer las inversiones y especulaciones financieras de Hong Kong, Tokio, Seoul y Sidney, desde donde las grandes empresas del Pacífico han establecido sedes en Vancouver como puerta de entrada a todo el enorme Canadá, ni más ni menos que el segundo país más grande del mundo tras Rusia.


Nos encontramos ahora en el barrio de Gastown, el más histórico de Vancouver, aunque hablar de historia aquí es casi ridículo porque comparado con Europa lo más viejo es de antes de ayer, jajaja.


El OK Boot Corral es el paraíso de las botas camperas del Oeste.



El que está subido en un barril de licor es Grassy Jack (llamado en realidad Jonh Deighton) que es quien da nombre al barrio de "Gastown". Fue el primer cantinero de la zona, muy parlanchín y cuentahistorias. Construyó su segundo bar con el esfuerzo de los trabajadores del aserradero a cambio de luego beber todo el licor que pudieran tomar de una sola vez...




La popularidad del Canadá Place se explica en parte porque desde las calles más concurridas del centro financiero se ve al fondo el curioso edificio donde atracan los ferries cuyos pasajeros, por cierto, luego van subiendo hacia el Centro Ciudad (como las Ramblas de Barcelona que unen el Puerto con la Plaça Catalunya, para entendernos).



Estamos en el centro financiero de la ciudad, donde todos aquellos capitales asiáticos encuentran manera de ser invertidos...



El Vancouver Art Museum.




Y antes de salir dirección Norte vamos a dar un buen paseo por el Parque Stanley nombrado así en honor al Gobernador General del Canadá Lord Frederick Arthur Stanley, famoso también por instituir la "Copa Stanley" que es la liga mixta USA/Canadá de hockey hielo más importante del mundo (y que aquí arriba es el deporte rey).



Dentro del Parque se encuentra el famoso Acuario de Vancouver.




La vuelta al enorme parque por una carretera interior es un paseo muy agradable.



Enormes arboledas.



Más Totems nativos. La tribu que se asentaba en la zona de Vancouver eran los Salish.





Vista del Lions Bridge, por donde pasaremos en un rato para salir de la ciudad.



Réplica de la cabeza de dragón de una empresa japonesa.




La "Girl in Wetsuit" (chica del traje de neopreno), es una clara imitación de la Sirenita de Copenhage (basada a su vez en un cuento de Hans Christian Andersen), pero esta es más moderna, pues con sus gafas y aletas de buceo enlaza perfectamente con la mentalidad canadiense de adoración por los deportes.




Y sin más me despido de Vancouver. Ahora ya sí que dejo atrás el mundo urbanizado para entrar en plena naturaleza canadiense y voy a hacerlo por la "Sea to Sky Higway" (autopista del mar al cielo), que es una pequeña carretera que va bordeando la bahía y te lleva desde el Mar Pacífico hasta las montañas en un rato delicioso.



Es el reino de los taladores de árboles que compiten entre ellos en los festivales de los pueblos como Squamish.


Un bucólico embarcadero. Vamos bien...



Cuando vi el cartel de "Cuidado Osos" creía que era más folklórico que nada, pero una hora después tuve mi primer avistamiento justo al lado de la carretera: un oso de media estatura que al verme parar y buscar con rapidez mi cámara con la torpeza que te dan los guantes de invierno, puso pies en polvorosa.



El Green Lake. Empiezo a estar donde yo quería. No es extraño que casi a mitad de la población de la Columbia Británica sean nacidos en otros lugaes que han escogido venir a vivir aquí.




Montañas y pistas de Ski en Whistler. Aquí se celebraron las Olimpiadas de invierno de 1960.



Los lagos como el Lillooet o el Duffey, que vemos aquí, se van sucediendo a lo largo de la ruta. Al fondo el Mount Joffre.  



Y ya me callo un rato. Esto es simplemente naturaleza en estado puro.









El paraíso de los castores.... No en balde el comercio de pieles de castor fue precisamente uno de los motivos por el cual empezó la ocupación del Oeste de Canadá pues Simón Fraser, un escocés, fue el primero que se estableció aquí y convirtió el río Fraser (que lleva su nombre) en una importante vía comercial de comercio de pieles (que acababan en Europa por cierto).



Esta preciosa zona es el Cariboo, que en su día (1856) se hizo famosa cuando unos indios encontraron oro y la fiebre del oro se trasladó hasta aquí, donde hoy día hay numerosas minas abandonadas. Cuando el oro se acabó los aventureros buscaron otra cosa que explotar y ésta no fue otra que la abundante madera de la zona.



Antes de que anochezca llego al pueblo de 100 MILE HOUSE (la casa de las 100 Millas) y dedico un buen rato a buscar un alojamiento que sea menos caro, porque barato, lo que se dice barato, en Canadá por desgracia no hay absolutamente nada...




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